La artista surcoreana Kimsooja (Daegu, Corea del Sur, 1957) con claras influencias del budismo, el zen o el confucionismo, nos propone a través de su trabajo descubrir la vinculación inexorable que existe entre lo físico y lo trascendental. Considerada como una artista multidisciplinar, trabaja tanto el video, la foto o la instalación, indagando con su trabajo en el concepto de la naturaleza dualista y existencial propio de la filosofía oriental. Su preocupación por la relación de entidades complementarias, como el yin y el yang, la vida y la muerte, el devenir o la inmovilidad, se convierten para ella en temas fundamentales de inspiración para abordar tanto la vida como el arte.
Tanto en sus videos como en sus instalaciones podemos observar cómo Kimsooja utiliza acciones repetitivas, prácticas meditativas y formas seriales que le permiten contribuir a una nueva relación entre la experiencia estética y por consiguiente, la experiencia transcendental. Acciones cotidianas, como coser o lavar la ropa, se convierten en sus aliadas, para conseguir esa especie de mantra repetitivo, que nos permite descubrir otro trasfondo distinto a lo que vemos en una primaria y simple imagen.
© Kimsooja: To Breathe, Centre Pompidou - Metz, France, 2015
Otra de las peculiaridades que encontramos a lo largo de la obra de Kimsooja, y como homenaje al trabajo de las mujeres de su país, se trata de la utilización del “bottari”, uno de los elementos más importantes dentro de la cultura surcoreana. La artista lo utiliza de un modo metafórico como elemento ancestral y chamánico para llegar a una nueva concepción sobre la percepción del arte a través de la teoría coreana del color, conocida como Obangsaek, según la cual cada color primario equivale a un determinado punto cardinal y a un elemento.
El "bottari" se trata de una cubierta de cama textil tradicional que se usa para envolver y proteger las pertenencias más personales, destacando habitualmente por su vibrante color y densidad de imágenes. Para Kimsooja este textil tradicional coreano se convierte en un dispositivo vivo de expresión, que remite tanto al nacimiento como a la muerte, un elemento que utiliza tanto en sus instalaciones como en sus películas para subrayar la importancia de los objetos, como depositarios de la memoria y de la huella de los rituales cotidianos.
© Kimsooja, "Weaving the World" Kunstmuseum Liechtenstein, 2017
Indagando en lo puramente transcendental, para Kimsooja la religiosidad no tiene nada que ver con meras liturgias o creencias que inspiran radicalismos, para ella es imprescindible dejar paso a la evolución libre y personal del individuo, utilizando para ello técnicas como la propia respiración o la utilización de formas mandálicas, permitiéndonos así conectar desde otra perspectiva, con la vida y la muerte desde la conciencia del cuerpo y el concepto de impermanencia. De este modo, unificando lo físico y lo metafísico, en sus instalaciones o en sus acciones performativas vemos como cuestiona elementos de nuestro mundo globalizado a través del objeto, y como con frecuencia inserta su propio cuerpo como parte fundamental de sus trabajos. Se trata de ir habitando y transmitiendo un nuevo espacio que de lugar a todo lo demás, un "vacío regenerador" que actúa como motor sobre el "yo" y hace posible la transformación. Solo así, desde la contemplación y el silencio es posible recorren los abismos de la razón, dando espacio al cuerpo como lugar idóneo donde experimentar y reflexionar sobre la trascendencia del ser humano.
Eduardo Álvarez | Madrid | 15 de Enero 2019